Rolando Carrillo Jerez
Médico Veterinario
Director Dleche
Hace casi seis años, a fines de 2014, en la revista Dleche hicimos un potente reportaje sobre el impacto que tendría la exportación de vaquillas lecheras a China.
Hubo cerca de 20 entrevistados, casi todos nacionales y un par de extranjeros. Los argumentos o puntos de inquietud fueron varios, como por ejemplo el hecho de “exportar sano y dejar lo enfermo”. Sabemos que el Plan Nacional de control de enfermedades como brucelosis y tuberculosis tiene un costo que lo paga principalmente el Tesoro Público, y que fue concebido para desarrollar una ganadería nacional en el marco de evitar la fuga de dólares de nuestra economía evitando las importaciones.
Otro aspecto importante que salió a la luz en dicho reportaje, fue que, en general, con la exportación se va nuestra mejor genética, es decir vaquillas cuyo valor y mérito genético es mayor que el de sus madres. Nunca se ha considerado el tiempo necesario para conseguir una genética lechera de primer orden, tiempo que debería ser valorizado en el precio del producto.
En tal sentido, los chinos están felices, porque compran un producto genéticamente top, que hubieran demorado 30 o 50 años en llegar a obtener.
También se hizo notar el impacto que la exportación de vaquillas iba a tener sobre el desarrollo de la ganadería nacional. Un diputado señaló: “¿Hay que preguntarse si Chile quiere o no quiere desarrollar su ganadería?”, una pregunta que nadie ha contestado seriamente, y aunque lo políticamente correcto es decir que sí, lo cierto es que sin política, sin plan, sin un objetivo, es imposible avizorar un horizonte.
Por esto días, China vuelve a la carga, y ahora con más exigencias: brucelosis, tuberculosis, leucosis y paratuberculosis, además de diarrea viral bovina e IBR. Es decir, el gigante asiático sube la puntería, pero por el mismo precio. Por su parte, los productores locales no dudan en vender, porque “en la feria las vaquillas me las pagan mal”. Los chinos no deben comprender qué tenemos en la cabeza los chilenos, que vendemos genética lechera considerando el valor del precio que pagan las ferias por la carne.
Es claro que nuestra ganadería no se ha recuperado y es un enigma cuántos bovinos quedan en Chile. El censo agropecuario seguirá esperando.
Dentro de este contexto, afortunadamente el conflicto se ha descomprimido gracias a la tecnología genética. El tema de las vaquillas de reposición hoy se ve aliviado porque el semen sexado ha bajado de precio, y además se ha mejorado el índice de fertilidad.
Por otro lado, la genómica hace su aporte sustantivo, permitiendo determinar a ciencia cierta el mérito productivo de las vacas y vaquillas de un plantel. Hoy puedo elegir mis mejores animales para inseminarlos con semen sexado para la reposición de las hembras, y el resto del plantel lo insemino con ganado de carne cuyo producto -un híbrido con excelente mérito cárnico- puede ser vendido a los primeros días a un buen precio, evitando el gasto de su crianza; o bien criarlos y engordarlos cuando las condiciones del campo y el momento comercial lo justifiquen.
Hay predios en que pueden usar semen sexado de carne, para garantizar al comprador que obtendrá solo machos, aumentando su valor comercial. Incluso hay experiencias en el extranjero, que usan transferencia de embriones de genética pura de carne, con el fin de entregar un producto absolutamente garantizado en su mérito cárnico.
Lo interesante es que, con esta nueva orientación informada de la tecnología genómica, se abre una nueva oportunidad de negocio ganadero para el sector lechero. Sí, con el semen sexado y con la posibilidad de determinar el mérito lechero de las vacas del rebaño, en planteles que han llegado a su tope, bastará inseminar con semen sexado las mejores vacas lecheras, que puede ser alrededor del 23%, para mantener el rebaño productivo, y el resto, es decir las vacas de menor mérito lechero, inseminarlas con genética de carne tradicional o con sexado macho, para generar un producto cárnico de alta calidad.
Sin embargo, la situación comercial del momento, donde el mercado chino está ávido de hembras lecheras, asoma como una oportunidad para planteles de buen nivel de producción y conformación, los cuales se ven incentivados a inseminar todo el rebaño con genética sexada de leche, criar las terneras que puedan en sus instalaciones, y el resto venderlas a otros criadores que puedan seguir la crianza para llegar con un producto de calidad al mercado chino.
Como se puede vislumbrar, la tecnología cuando se utiliza de manera estratégica, puede generar beneficios económicos en toda la cadena productiva. El progreso genético, también es una forma de agregar valor y rentabilizar el negocio lechero.