LA COLONIZACIÓN DE LOS COLONIZADORES

Por Patricia Cárdenas Carrillo
Periodista

Wenceslao Altamirano y su esposa Inés Saldivia también fueron trabajadores de la lechera. Ambos se criaron en Nueva Braunau y fueron testigos y parte del desarrollo de esta localidad. “Primero trabajé en la quesería y luego estuve en la llamada torre o cámara de secado de leche”, dijo. Inés en tanto, trabajó en el envasado de la leche en polvo, después en el laboratorio y más tarde en la sección donde se envolvía el queso.

“Al inicio todo era bien artesanal. La quesera era una sencilla mediagua, se usaban barriles de madera donde se ponía la leche y se cortaba. Después se fueron modernizando todas las áreas con mejores máquinas y los trabajadores se fueron capacitando. En ese tiempo conocí a mi esposo y después de 10 años me retiré de la planta para criar a mis hijos. Era una buena fuente de trabajo, no era mucha plata pero todos los meses teníamos un sueldo. Fue la misma lechera que contrató a unas señoras maestras que nos enseñaron a hacer unas flores de género y carpetas. La señora del administrador me recomendó que siguiera con eso y me fue muy bien, trabajaba muchísimo porque tenía muchos pedidos, pero gané mucho gracias a esos cursos”, contó.

Un hito que marcó la importancia que tenía esta industria productora a nivel país, fue la inauguración del nuevo edificio donde se implementó el sistema de envasado U.H.T. (Ultra High Temperature), procedimiento que consiste en someter la leche a una inyección de vapor a presión durante menos de un segundo, hasta alcanzar los 150 °C. Se trataba en ese tiempo, del último avance en tecnología en los procesos productivos para la elaboración de la materia prima, conservando los  productos en envases de Tetra Pack. El corte de cinta de esta nueva implementación fue celebrado el 20 de octubre de 1978, encabezada nada más y nada menos que por el entonces Presidente de la República, Augusto Pinochet. La comitiva, llegó al pueblo en helicóptero, el cual se posó en medio del área verde, frente de la lechera, novedad que fue presenciada en forma masiva por los vecinos.

Pro y contras
La relación de la lechera con sus empleados además era bastante buena. “En esos años hacíamos harta vida social. Los sindicatos tenían su cena anual y para la Navidad la empresa aportaba un 50% de los regalos de los niños y el sindicato el otro 50%, entonces se le hacían regalos muy lindos a los hijos”, contó Inés.
En su texto, Andrea señala que “en la década de los 80  existió una mayor relación de la población con la planta lechera, y es cuando se hace más evidente la relación con ella, ya que habían pasado algunas generaciones de personas que continuaban trabajando, a las que se sumaban sus descendientes”.

En la sede comunitaria municipal de Nueva Braunau, perdura la imagen de la niña huilliche, que otrora fue la imagen corporativa de la Lechera del Sur

“Los trabajadores de la empresa estaban distribuidos en dos sindicatos. El de los empleados,quienes ejercían labores administrativas o de mayor responsabilidad, que incluía a las personas que llevaban la mayor cantidad de años de servicios y quienes cumplían con un solo horario de trabajo de lunes a sábado.  También poseían una remuneración mayor a la del resto del personal. Cada dos años se firmaba un acuerdo entre los representantes del sindicato y la mesa directiva de la empresa.
El otro sindicato era el de los obreros, al cual pertenecían la mayoría de los trabajadores con contrato indefinido dentro de la planta. Estos desempeñaban funciones propias de los procesos productivos, eran la base de la elaboración de la materia prima. Recibían menor remuneración y tenían acceso a menores regalías. También los representantes se acogían a las mesas de conversación que finalizaban con un convenio. Asimismo estaban aquellos que desempeñaban labores esporádicas o que estaban recientemente trabajando en la empresa, los cuales no estaban adheridos a ninguna asociación dentro de ella, ya que su permanencia era algo relativa y todo dependía de cómo desarrollaran su trabajo. De acuerdo a los antecedentes recopilados nunca se realizó una huelga de los trabajadores en la Lechera del sur”, agregó Andrea.

Otro de los beneficios de la industria recordado por Egon, “era que para nosotros también había un médico para la atención del personal y un pediatra para los hijos de los trabajadores”, contó, a lo que Andrea agrega que se contaba con convenios con distintos especialistas en todas  las áreas y un vehículo disponible las 24 horas para el traslado de los trabajadores o sus familiares a los servicios de urgencia o controles médicos, en caso de enfermedades graves a tratarse en distintas zonas de la región.  También disponían viviendas  para quienes no las tenían y otras para quienes provenían de otras ciudades. Además se implementó locomoción que transportaban a los trabajadores que venían de las ciudades cercanas como Llanquihue y Puerto Varas  y además trasladaba a los hijos de los trabajadores que iban a estudiar a esas mismas ciudades.

Esta fue la última construcción que hizo Nestlé y que nunca fue utilizada. Según Egon López, su fin era la elaboración de café instantáneo

“Entre los aspectos negativos de Lechera del Sur S.A. puedo mencionar, la escasa motivación para continuar estudios superiores por parte de la población en condiciones de hacerlo. Esto, porque existía un círculo vicioso en torno a continuar desempeñando funciones en ella, al igual como lo hicieron sus padres. Esto último influía directamente en la estratificación social de los habitantes, ya que se clasificaban de acuerdo al sindicato al cual se pertenecía, porque era poco común que alguien trabajara fuera de la localidad.”

La imagen de una princesa
Paulina Mansilla es profesora de inglés e integrante de We ñauka (guerreros del cosmos), una agrupación ecológica y cultural formada hace cuatro años por varios vecinos de Nueva Braunau, interesados en rescatar el patrimonio natural y cultural de esta localidad. Esta agrupación cuenta que los primeros habitantes de este sector, eran huilliches, cuyos rastros han sido seguidos por los historiadores locales que han encontrado vestigios de su paso transhumante en esta región, sobre todo en la ribera del río Maullín, cercano al poblado.

Paulina cree que en homenaje a este pasado autóctono, Lechera del Sur incorporó en su imagen corporativa, una niñita huilliche con vestimenta típica que sostiene un balde de leche. “Yo creo que se trata de la princesa Lican Rayén que es la protagonista de una de las leyendas de la zona. Ésta, cuenta que ante la furia del volcán Osorno, los sabios de entonces decidieron entregar en sacrificio a la hija del cacique Antiñirre, la doncella Lican Rayén, a fin de calmar al pillán que habitaba dentro del volcán en erupción. Fue su amado, el joven Quitralpiwke, quien debió abrir el pecho de la bella princesa y arrancar su corazón, el que sirvió para que un cóndor lo tomara junto a una rama de canelo. El ave comió el órgano y sobrevolando el macizo andino votó la rama al interior del volcán. Este rito hizo que lloviera y nevara por años y así se formaran los bellos hitos geográficos de la zona. Y en la llamada Cuesta del Diablo -ubicada a escasos 3 kilómetros del poblado-, se emplazaría el palacio de flores donde descansan los restos de ambos enamorados, ya que Quitralpiwke regresó donde su amada para suicidarse a su lado”, relató.
Paulina supone que la imagen de esta niña, que se paseó por Chile en las etiquetas de los productos lácteos sería Lican Rayén, y que hoy es usada como símbolo local, ya que en la sede municipal de Nueva Braunau, fue replicada en un original mosaico.
Interesada en perpetuar la memoria de este poblado, We ñauca produjo tres documentales. Uno de estos se centró en la historia de la Lechera del Sur que ha sido exhibido en varias ciudades de Chile e incluso en el extranjero y que se puede ver en YouTube como “Tiempo atrás (Lechera del Sur)”.

Candado definitivo
Posicionada muy bien en el mercado y valorada por su entorno, en 1994 Nestlé compró el 95% de las acciones de Lechera del Sur S. A.,  quedando como socio mayoritario. La situación mantuvo en total incertidumbre a la población de la localidad y en 1995 se iniciaron los despidos masivos tanto en Braunau como en las otras sucursales.
Según los trabajadores: “Los primeros jefes de la planta fueron Norberto Vargas y Primo Invernizzi, pero cuando la empresa pasó a manos de los hijos las cosas comenzaron a cambiar. Cuando la Nestlé compró, construyeron otra torre para hacer café instantáneo, eso fue lo que le puso la soga al cuello a la industria, ya que esa torre nunca la usaron”, contó Egon.  “La Nestlé compró la Lechera en un remate a sobre cerrado sólo para eliminarla”, señaló Roberto Vyhmeister.

Como haya sido, lo cierto es que el cierre definitivo de la planta registrado en noviembre de 2002,  produjo un resentimiento muy grande en la población. “Nueva Braunau perdió una fuente laboral que suponíamos iba a perdurar, de modo que nuestros hijos iban a seguir ahí. Ahora ellos trabajan en los campos o en otras ciudades.  A los trabajadores les dolió mucho el cierre, porque tuvieron qie salir a buscar trabajo a otros lados y no estaban acostumbrados a eso”, comentó Inés.

“A los productores no les afectó tanto, porque habían otras alternativas donde entregar la leche, pero en el pueblo el cierre se sintió mucho. Ahora la planta es una vergüenza para el  pueblo… da pena mirarla”, expresó Vyhmeister.

Al cierre de esta edición, aún no teníamos respuesta de la supuesta nueva dueña del terreno donde se emplaza lo que queda de la planta abandonada. Se trataría de la empresa Martabid, que ya construyó dos conjuntos habitacionales sociales en parte de los terrenos donde no habían edificaciones. Respeto del futuro de las abandonadas dependencias, se rumorea que esta misma constructora está esperando que aumente la población de este sector, para llevar a cabo un proyecto comercial.

Inés Saldivia y su esposo Wenceslao Altamirano trabajaron durante los mejores años de Lechera del Sur

Sin esta fuente laboral, una parte importante de los brauninos hoy llega sólo a dormir a su pueblo, en tanto que otros prestan servicios relacionados con el agro o el comercio. La gente de afuera que pasa por este sector, lo hace por el Museo Felmer (fundado por Antonio Felmer, el mismo que atrajo al primer inversionista de la lechera) y por las Cecinas Schwerter también conocidas como Cecinas Nueva Braunau. En el último desfile de aniversario del 15 de agosto, la autoridad municipal anunció como nuevo avance la construcción de una plaza y la renovación del estadio, pero nada se escucha de la instalación de otra fuente de trabajo que traiga al presente lo que alguna vez logró tanto progreso y bienestar a esta comunidad.

A nadie le cabe duda que la globalización ha sido un beneficio para las grandes empresas, tanto nacionales como transnacionales, sin embargo, en todo el territorio hemos podido ver como la destrucción de la industria lechera nacional, ha sido un retroceso. Sólo los países que han apostado a la industrialización, han sido capaces de conseguir bienestar y desarrollo para sus ciudadanos, porque cuando se es capaz de agregar valor a un producto, se genera riqueza y ésta se distribuye generando trabajos de calidad, porque la mano de obra inevitablemente es forzada a mejorarse y especializarse.  En un sistema industrial se generan categorías laborales que van pujando por el desarrollo de la empresa, que a su vez permite el desarrollo de su gente.
La gente de Nueva Braunau, supo de tiempos mejores, tiempos en que se trabajaba y se soñaba en el mismo lugar.